Anticolonialismo en América Latina
En la década de 1820, la mayor parte de América Latina había obtenido la independencia política de sus amos coloniales. Con la desaparición de las restricciones mercantiles ibéricas, el capital del norte de Europa (y particularmente británico)inundó la región. Como los críticos han señalado, un legado de colonización fue un bloqueo de los movimientos hacia la industrialización, lo que habría representado poco beneficio para las potencias coloniales. Esta tendencia continuó con los británicos (y más tarde los Estados Unidos) extrayendo materias primas e importando productos terminados a la región. La infraestructura, como los sistemas ferroviarios, fue diseñada para transportar productos de minas y plantaciones a puertos marítimos en lugar de integrar un país. Los beneficios económicos de este comercio se acumularon para las potencias extranjeras, con salarios y niveles de vida deprimidos a medida que se drenaban los recursos de la economía nacional. El neocolonialismo también condujo a cambios culturales. Por ejemplo, los países latinoamericanos predominantemente católicos implementaron la libertad de religión para alentar la inversión extranjera de las potencias protestantes. A pesar de la independencia formal, las fuerzas económicas externas determinaron muchas de las políticas internas en América Latina. Esta ironía ha llegado a conocerse como neocolonialismo.
Ejemplos de neocolonialismo del siglo XIX incluyen la exportación de guano peruano y nitratos chilenos, que alimentaron un auge agrícola en Europa. El neocolonialismo, y el posterior atraso de América Latina en relación con el crecimiento económico de las economías industriales del norte, no era inevitable ni era la única opción posible. En La Pobreza del Progreso, E. Bradford Burns señala a Paraguay como un ejemplo viable de desarrollo económico autónomo. Los líderes del país eliminaron las grandes haciendas y enfatizaron la producción nacional de alimentos, y restringieron la penetración extranjera en la economía. El rápido desarrollo económico sin desarrollo externo alarmó a los gobiernos elitistas de los países vecinos de Argentina, Brasil y Uruguay, que temían el modelo que Paraguay ofrecía a los pobres en sus propios países. Su oposición llevó a la Guerra de la Triple Alianza (1864-1870), que devastó Paraguay y destruyó este modelo alternativo al neocolonialismo.
El concepto de países formalmente independientes que seguían dependiendo económicamente de poderes externos se articuló por primera vez en los círculos marxistas en la década de 1920, aunque el término neocolonialismo no se introdujo hasta la década de 1960. Siempre ha estado estrechamente asociado con el antiimperialismo, como se demostró en la Conferencia Tricontinental de 1966 en La Habana, Cuba, que vinculó las luchas anticoloniales en Asia, África y América Latina. Aunque estados UNIDOS el control neocolonial es en gran medida un fenómeno del siglo XX, que tiene sus raíces en la Doctrina Monroe de 1823, que declaró a América Latina parte de la esfera de influencia imperial de Estados Unidos.