Cuando Mariah Carey tenía que pedirle permiso a Tommy Mottola para salir de casa: historia de una relación tóxica
Cuando hace un año la edición estadounidense de la revista Cosmopolitan dedicó su portada a Mariah Carey, de inmediato gran parte de los medios internacionales se hicieron eco de las suculentas declaraciones que había en el interior. Principalmente, de aquellas en las que la cantante rememoraba su matrimonio con quien fuera el presidente de Sony Music, Tommy Mottola. De esa etapa de casada entre 1993 y 1998 dijo que él «fue muy controlador”, que «no tenía libertad como ser humano. Era casi como estar presa” o que «es posible que él desease la caricatura de una novia niña. Hubo un esfuerzo consciente por mantenerme como la clásica chica americana, lo que sea que signifique eso”.
Muchas personas se echaron las manos a la cabeza al comprobar cómo le dedicó unas palabras tan duras a su primer gran amor (de hecho, mantuvo intacta su virginidad hasta casarse) y al que, en gran medida, fue el arquitecto de su carrera. Sin embargo, tirando de hemeroteca, lo cierto es que esto no debería haber sido motivo de sorpresa para nadie porque la autora de All I Want for Christmas Is You en numerosas ocasiones ha hablado largo y tendido sobre aquella unión que, sin duda, le marcó de por vida.
Se conocieron en una fiesta en 1988, la misma noche en la que la cantante Brenda K. Starr le dio a Mottola una maqueta de una de sus mejores coristas. Ya pueden imaginarse cómo prosiguieron los acontecimientos: al escucharla le entusiasmó tanto la cinta que no dudó en fichar a la por entonces desconocida Carey en el sello Columbia Records. Claro está, ahí había una superestrella en ciernes y una máquina de hacer dinero. «La relación realmente salió de trabajar tan intensamente juntos. Quiero decir, se convirtió en una situación en la que las 24 horas del día los siete día de la semana estuvimos trabajando muy duro para tratar de hacer ese primer álbum que tomó un año y medio o más”, explicó el propio Mottola en una entrevista de 2013 sobre esa amistad que de forma natural fue a más. Innegablemente, cuando se dieron el sí quiero en 1993 se convirtieron en unas de las parejas más envidiadas de la industria musical. En aquel momento él tenía 44 años; ella 23.
Mariah Carey tenía 23 añps cuando se casó con Tommy Mottola. Foto: Getty
Aparentemente el éxito les sonreía a los dos, pero las apariencias de cara a la galería eran engañosas. Todo cambió cuando compraron una mansión valorada en 20 millones de dólares en el pueblo neoyorquino de Bedford. O, al menos, esa es la versión que siempre ha mantenido la artista. Sin ir más lejos, en 2005 comentó a America Magazine sobre aquella jaula de oro: «Aunque era dueña de esa casa, lo único que sentía que tenía era mi billetera. Tommy ni siquiera sabía por qué siempre llevaba mi bolso conmigo. Pero en mi mente pensé: ‘Si algo salta … Estoy lista’. Viví así durante mucho tiempo. Solía desear, esperar y soñar que alguien me secuestrara”. Ahí no quedaron sus demoledoras declaraciones. Del mismo modo, acerca de los sirvientes narró que «cada vez que venía era como si de alguna manera todo el mundo se ocupaba de sus asuntos. No fue hasta que me fui que descubrí que se les dijo que no me miraran a los ojos”; y, por si fuera poco, que «mi relación con mi esposo no fue una relación física. Simplemente no lo fue”. «En ese momento estaba con alguien que tenía mucho control sobre mi vida. Era mucho mayor que yo, tenía mucho poder y quería que me mantuviera alejada de la mayoría de las personas, como secuestrada. Tenía que obtener un permiso para salir de la casa”, desveló algo más tarde, en 2016, en el reality Mariah’s World del canal por cable E!.
A pesar del triunfo comercial, Mariah también tuvo que batallar a nivel artístico con la incomprensión de su sello en general, y de su marido en particular. «Se rieron de mí en la discográfica cuando les puse mi remix de Fantasy con Ol’ Dirty Bastard. Ellos, una persona, dijo: ‘¿Qué demonios es esto? Yo podría hacer eso’. No puedes explicarle a alguien que no creció en el hip hop y que exclusivamente quiere escuchar la banda sonora de Uno de los Nuestros que esto está de moda y será un clásico», verbalizó en Rolling Stone en 2016. Y tampoco hay que obviar que, a pesar de divorciarse de él en 1998, por contrato aún le faltaba sacar un disco en la compañía (aquel Rainbow de 1999) antes de obtener su carta de libertad creativa. En la misma publicación apostilló que «fue una verdadera batalla estar allí mientras todavía había cierta persona en el poder y estaba divorciada de él. Las cosas se ponen un poco incómodas cuando tratas con alguien obsesionado, enojado y poderoso. Dejarlo fue una de las cosas más difíciles que he hecho. Es muy fácil manipular a alguien cuando hay una diferencia de más de veinte años. No estoy culpando. Nadie me apuntó con una pistola en la cabeza. Al menos, no creo que nadie me haya apuntado con un arma».
Tommy Mottola pidió disculpas a la cantante en sus memorias. Foto: Getty
Mottola siempre ha sido muy elegante a la hora de rememorar aquella etapa que vivió con la diva. Por ejemplo, el pasado diciembre la felicitó a través de su cuenta de Instagram después de que el villancico pop por excelencia de nuestra protagonista alcanzase por enésima vez el número uno. «¡Felicidades de parte de Santa! Y 25 años después, All I Want for Christmas Is You está en el #1… Te dije que no te convertirías en Connie Francis (hohoho). En verdad, son las mejores noticias del mundo. Feliz Navidad. Feliz y emocionado por ti, ¡lo hicimos!”, escribió. Incluso, su esposa desde el año 2000, Thalía, se sumó a la celebración con una retahíla de emojis. Mariah se limitó a contestar el post con un «¡siempre el bromista! ¡Me estoy riendo a carcajadas! Muchas gracias”.
Pocas veces Mottola se ha pronunciado acerca de su relación pero sí quiso hacerlo cuando escribió sus memorias El Creador de Éxitos: El Hombre y Su Música, publicadas en 2013. En el libro no solamente calificó como «absolutamente incorrecta e inapropiada” su historia de amor, sino que también aprovechó la ocasión para, a su manera, disculparse: «Si parecía que estaba controlando, déjame disculparme otra vez. ¿Fui obsesivo? Sí. Pero eso también fue parte de la razón de su éxito. Su éxito y mi éxito. Si no controlas las cosas cuando diriges una empresa con cuatrocientos artistas y catorce mil empleados, no vas a tener éxito o trabajar por mucho tiempo. El problema fue que yo era el presidente de Sony y su marido al mismo tiempo”. Muy probablemente en esto último está una de las claves de lo que ocurrió.