El problema del carro: ¿matarías a una persona para salvar a muchas otras?

En el thriller británico de 2015 Eye in the Sky, un equipo militar localiza una célula terrorista que prepara un ataque que se espera mate a cientos de personas. Comandan un dron que puede lanzar una bomba sobre los terroristas, evitando su ataque. Mientras el equipo prepara la bomba, sus cámaras espían a una niña vendiendo pan en el radio de la explosión. ¿Deberían seguir adelante con su misión: matar a la niña para evitar la muerte de muchos otros?

Este dilema moral de hoy en día tiene sus raíces en un experimento filosófico clásico conocido como el problema del carro. Introducido en 1967 por Philippa Foot, el problema del carro ilumina el paisaje de intuiciones morales: los patrones peculiares y a veces sorprendentes de cómo dividimos el bien del mal.

Pruébelo en casa

Considere una versión del problema del carro:

Un carro fuera de control se dirige por las vías hacia cinco trabajadores que morirán si el carro continúa su curso actual. Adam está de pie junto a un interruptor grande que puede desviar el carro a una pista diferente. La única manera de salvar las vidas de los cinco trabajadores es desviar el carro a otra vía que solo tiene un trabajador en ella. Si Adam desvía el carro a la otra vía, este trabajador morirá, pero los otros cinco trabajadores se salvarán.

Debe Adán gire el interruptor, matando a los que un trabajador pero el ahorro de los otros cinco? Anota tu respuesta.

Ahora considere una versión ligeramente diferente:

Un carro que se ha escapado se dirige por las vías hacia cinco trabajadores que serán asesinados si el carro continúa su curso actual. Adam está en una pasarela sobre las vías, entre el tranvía que se acerca y los cinco trabajadores. Junto a él en esta pasarela hay un extraño que resulta ser muy grande. La única manera de salvar las vidas de los cinco trabajadores es empujar a este extraño fuera de la pasarela y a las vías de abajo, donde su gran cuerpo detendrá el tranvía. El extraño morirá si Adán hace esto, pero los cinco obreros serán salvos.

¿Debería Adam empujar al extraño fuera de la pasarela, matándolo pero salvando a los cinco trabajadores?

¿Dio la misma respuesta a la primera y segunda versión, o a otras diferentes?

¿Qué está pasando?

El problema del carro pone de relieve una tensión fundamental entre dos escuelas de pensamiento moral. La perspectiva utilitaria dicta que la acción más apropiada es la que logra el mayor bien para el mayor número. Mientras tanto, la perspectiva deontológica afirma que ciertas acciones, como matar a una persona inocente, simplemente son incorrectas, incluso si tienen buenas consecuencias. En ambas versiones del problema del carro anterior, los utilitarios dicen que debe sacrificar uno para salvar cinco, mientras que los deontólogos dicen que no debe hacerlo.

La investigación psicológica muestra que en la primera versión del problema, la mayoría de las personas están de acuerdo con los utilitarios, considerando moralmente aceptable encender el interruptor, matando a uno para salvar a cinco. Pero en la segunda versión del problema, la gente se inclina deontológica y cree que no es aceptable empujar a un extraño a su muerte, matando de nuevo a uno para salvar a cinco. ¿Qué puede explicar esta discrepancia?

Los científicos piensan que nuestras intuiciones morales evolucionaron para convertirnos en buenos interlocutores sociales. Debido a que aprendemos desde una edad muy temprana que la violencia hacia los demás generalmente se castiga, nuestras intuiciones morales nos dicen que está mal tomar acciones que dañan físicamente a los demás. Por lo tanto, en las versiones del problema del carro que involucran contacto físico, como la caja de la pasarela anterior, dañar a uno para salvar a muchos es generalmente menos aceptable que en las versiones que no involucran dicho contacto, como la caja del interruptor.

Otra diferencia crucial entre la caja del interruptor y la caja de la pasarela es que esta última implica el uso de una persona como medio para un fin. Tratar a los demás como individuos con sus propios derechos, deseos y necesidades, en lugar de simplemente objetos que se pueden usar a voluntad, es un aspecto clave de ser un buen interlocutor social. Y hay evidencia de que la gente desconfía fuertemente de aquellos que usan a los demás como un medio para un fin. Nuestras intuiciones morales parecen estar de acuerdo con este principio.

Los críticos del problema del tranvía dicen que es demasiado poco realista revelar algo importante sobre la moralidad de la vida real. Pero el auge de los drones y los autos autónomos hace que el dilema sea quizás más relevante que nunca. Por ejemplo, ¿debe un automóvil autónomo proteger la vida de sus pasajeros, incluso a expensas de un mayor número de peatones? Aquí también, nuestras intuiciones son inconsistentes: queremos que los coches de otras personas maximicen el número de vidas salvadas, pero creemos que nuestro propio coche debería protegernos a toda costa. A medida que nuestras tecnologías se vuelven cada vez más capaces de tomar decisiones morales, comprender nuestras propias intuiciones morales se vuelve aún más crucial.



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