Los temores de la COVID-19 conducen al diagnóstico del síndrome de Lemierre
«Podría haber muerto a causa de la infección en sí», dijo Hackenberg.
Los antibióticos cambian el rumbo
Afortunadamente, habiendo contraído la infección relativamente pronto, Hackenberg pudo poner a Lindsay en el camino de la recuperación con un régimen antibiótico. Su rápida respuesta a los medicamentos lo sorprendió.
«Mejoró bastante rápido», dijo Hackenberg. «Fue bastante milagroso, en realidad. Normalmente lo detectamos un poco más tarde en el curso de la enfermedad y los pacientes no se recuperan tan rápido como ella. Pudimos enviarla a casa antes que nadie que hubiera visto.»
Sin embargo, Hackenberg se esfuerza por enfatizar que no se abalanzó con un rescate heroico de Lindsay.
«En las enfermedades infecciosas, tenemos muchas ideas, pero estamos acostumbrados a no saber cuál es el diagnóstico», dijo. «A veces podemos tener suerte, pero somos principiantes todos los días. Tenemos que hacer todas las preguntas básicas desde el principio y no sesgarnos a lo que ya se ha hecho o cuáles son nuestros primeros pensamientos.»
Equilibrar la esperanza y la incertidumbre
Esa incertidumbre significa lograr un delicado equilibrio entre dar a los pacientes asustados y a sus seres queridos tanta información y tranquilidad como sea posible sobre el diagnóstico y el tratamiento de una enfermedad, al tiempo que deja en claro que los nuevos datos podrían significar una estrategia diferente, dijo Hackenberg.
«A veces existe la expectativa de que tendremos un diagnóstico en el momento en que ingresemos al hospital, y eso puede crear mayor miedo y ansiedad», dijo Hackenberg. «Debemos tener un plan de trabajo, pero eso puede cambiar. Tratamos agresivamente, pero también tenemos que tener la humildad suficiente para cambiar un diagnóstico y comunicárselo al paciente porque todo es tan aterrador para él.»
Hackenberg dijo que en el caso de Lindsay «simplemente encontró lo correcto», pero Lisa tenía una opinión diferente.
«Fue un milagro absoluto que lo descubriera», dijo, y lo elogió por pasar tiempo en el teléfono con ella y el padre de Lindsay para responder a todas sus preguntas sobre la rara condición.
«Tenía un gran trato con los pacientes», dijo Lisa.
El lento camino de regreso a la salud
Lindsay simplemente se sintió aliviada de haber resuelto el misterio. Al día siguiente del diagnóstico de Hackenberg, finalmente pudo valerse por sí misma sin ayuda. «Eso se sintió muy bien», dijo.
Un día después, estaba de camino a casa, menos de una semana después de llegar al hospital desesperadamente enferma. Necesitó oxígeno durante unos días, pero se recuperó lentamente mientras tomaba sus antibióticos y dijo que » se siente de vuelta a la normalidad, más o menos.»
Hubo un par de baches en el camino. Lindsay inicialmente tuvo algunos problemas para volver a sus tareas escolares y se quejó de «niebla cerebral», dijo Lisa. Le dolía la cabeza, tenía problemas para concentrarse y le preocupaba que hubiera perdido algunas células cerebrales mientras estaba enferma. Su frecuencia cardíaca fue más alta de lo normal durante una semana. También sintió una recurrencia de algunos síntomas de infección, que Hackenberg abordó extendiendo sus antibióticos para eliminar los pequeños coágulos restantes.
«Pensamos que le daríamos un poco más de tiempo, siempre y cuando esté tolerando bien la terapia», dijo Hackenberg.
Estos problemas están detrás de ella, y Hackenberg considera que una recurrencia de la infección es muy improbable. Lindsay ahora puede mirar hacia un futuro que es una vez más brillante. Ella regresará a Pepperdine en su tercer año en agosto por un período truncado que terminará en Acción de Gracias. Su experiencia médica se sumó a su educación de una manera diferente.
«Aprendí lo vital que es la industria del cuidado de la salud», dijo. «Sin el hospital, no habría mejorado. También aprendí lo útiles que son los pequeños gestos cuando una persona está realmente enferma. Y no quiero volver a enfermarme.”