Norman Borlaug: el padre anónimo de la Revolución Verde

Hoy se cumple el 9º aniversario de la muerte de uno de los héroes más grandes que la humanidad haya conocido. Pocos han oído el nombre de Norman Borlaug, pero sus acciones realmente cambiaron todo el destino de la humanidad. Este sentimiento no debe tomarse como una hipérbole, ya que el trabajo de Borlaug salvó la vida de aproximadamente mil millones de personas.

Borlaug fue un agrónomo y humanitario estadounidense nacido en Iowa en 1914. Comúnmente apodado el «Padre de la Revolución Verde», dedicó su vida a desarrollar y distribuir cultivos modificados genéticamente a naciones menos desarrolladas que estaban al borde de una catástrofe agrícola.

Después de recibir un doctorado de la Universidad de Minnesota en 1944, Borlaug se mudó a México para trabajar en el desarrollo agrícola para la Fundación Rockefeller. Aunque el grupo de trabajo de Borlaug se inició para enseñar a los agricultores mexicanos métodos para aumentar la productividad de los alimentos, rápidamente se obsesionó con desarrollar cultivos mejores (es decir, de mayor rendimiento y resistentes a las plagas y al clima).

Como señala Johan Norberg en su libro Progress de 2016:

«Después de miles de cruces de trigo, Borlaug logró crear un híbrido de alto rendimiento que era resistente a los parásitos y no era sensible a las horas de luz del día, por lo que se podía cultivar en climas variables. Es importante destacar que era una variedad enana, ya que el trigo alto gastaba mucha energía cultivando tallos no comestibles y colapsaba cuando crecía demasiado rápido. El nuevo trigo se introdujo rápidamente en todo México.»

De hecho, en 1963, el 95 por ciento del trigo de México era la variedad Borlaug y la cosecha de trigo de México creció seis veces más de lo que había sido cuando pisó por primera vez el país diecinueve años antes.

Norberg continúa: «en 1963, Borlaug se trasladó a la India y Pakistán, justo cuando se enfrentaban a la amenaza de una hambruna masiva. Inmediatamente, ordenó que treinta y cinco camiones de semillas de alto rendimiento fueran conducidos de México a Los Ángeles, para enviarlos desde allí.»Desafortunadamente, el convoy de Borlaug se enfrentó a problemas desde el principio; fue retenido por la policía mexicana, bloqueado en la frontera de los Estados Unidos debido a una prohibición de importación de semillas, y luego fue detenido por disturbios raciales que obstruyeron el puerto de Los Ángeles.

Finalmente, el cargamento de Borlaug comenzó su viaje a la India, pero estaba lejos de navegar a plena vela.

Antes de que las semillas hubieran llegado al subcontinente, los monopolios estatales indios comenzaron a presionar contra el envío de Borlaug y luego, una vez en tierra, se descubrió que la mitad de las semillas habían muerto debido a la fumigación excesiva en la aduana. Por si fuera poco, Borlaug se enteró de que el gobierno indio estaba planeando rechazar las importaciones de fertilizantes, ya que «querían desarrollar su industria nacional de fertilizantes».»Afortunadamente, esa política fue abandonada una vez que Borlaug gritó al viceprimer Ministro de la India.

Borlaug señaló más tarde: «Me fui a la cama pensando que el problema estaba finalmente resuelto y me desperté con la noticia de que había estallado la guerra entre India y Pakistán.»En medio de la guerra, Borlaug y su equipo continuaron trabajando incansablemente plantando semillas. A menudo los campos estaban a la vista de los destellos de artillería.

A pesar de la plantación tardía, los rendimientos en la India aumentaron en un setenta por ciento en 1965. El éxito comprobado de sus cosechas, junto con el miedo a la inanición en tiempos de guerra, significó que Borlaug obtuvo el visto bueno de los gobiernos pakistaní e indio para implementar su programa a mayor escala. La siguiente cosecha fue aún más abundante y se evitó la hambruna en tiempos de guerra.

Ambas naciones elogiaron inmensamente a Borlaug. El Ministro de Agricultura paquistaní se dirigió a la radio aplaudiendo las nuevas variedades de cultivos, mientras que el Ministro de Agricultura indio llegó incluso a arar su campo de cricket con trigo de Borlaug. Después de un gran envío de semillas en 1968, la cosecha en ambos países creció. Se ha registrado que no había suficientes personas, carros, camiones o instalaciones de almacenamiento para hacer frente a la abundante cosecha.

Esta extraordinaria transformación de la agricultura asiática en las décadas de 1960 y 1970 casi desterró la hambruna de todo el continente. En 1974, las cosechas de trigo se habían triplicado en la India y, por primera vez, el subcontinente se convirtió en exportador neto de la cosecha. Norberg señala: «hoy en día (India y Pakistán) producen siete veces más trigo que en 1965. A pesar del rápido crecimiento de la población, ambos países están mucho mejor alimentados de lo que solían estar.»

El trigo Borlaug, y las variedades de arroz enano que siguieron, se acreditan como el comienzo de la Revolución Verde. Después de la guerra Indo-pakistaní, Borlaug pasó años trabajando en China y más tarde en África.En 1970, Borlaug fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz por sus logros. Es solo uno de los siete que han recibido la Medalla de Oro del Congreso y la Medalla Presidencial de la Libertad, además del Premio Nobel de la Paz. Se dice que estaba particularmente satisfecho cuando la gente de Sonora, México, donde hizo algunos de sus primeros experimentos, nombró una calle en su honor.

En el noveno aniversario de su muerte, debemos pensar en el héroe desconocido Norman Borlaug, el hombre que salvó mil millones de vidas, transformó el mundo e, sin duda, hizo del planeta un lugar más próspero.

Alexander C R Hammond es investigador en un think tank de Washington D. C. y colaborador de Young Voices.