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DISCUSIÓN

La zonisamida es un medicamento antiepiléptico aprobado por la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) para el tratamiento complementario de convulsiones parciales en adultos.4 Actualmente no tiene indicaciones de la FDA para niños y adolescentes, aunque hay datos que sugieren su eficacia en esta población como monoterapia o en el tratamiento complementario de la epilepsia generalizada o parcial.5 Uno de los efectos secundarios observados de la zonisamida es la supresión del apetito.4 En 2009, Wellmer et al6 realizaron una revisión retrospectiva de la historia clínica de 103 pacientes (de 17 a 68 años de edad) con epilepsia; 35% de los pacientes experimentaron una pérdida de peso superior al 5%. En 2011, Lim et al7 llevaron a cabo una revisión sistemática de gráficos centrada en el uso de zonisamida para la pérdida de peso en 82 pacientes psiquiátricos adultos ambulatorios tratados con medicamentos psicotrópicos. La dosis media diaria de zonisamida fue de 124,6 ± 53,4 mg y la reducción media del IMC fue de 0,8 ± 1,7 kg/m2. En ambas revisiones se examinaron los efectos de la zonisamida en adultos.

Desde el momento de una revisión de la literatura anterior, han surgido 3 datos más sobre el efecto de la zonisamida en la pérdida de peso. Yang et al8 informaron de 3 pacientes coreanos adultos con esquizofrenia tratados previamente con antipsicóticos que luego fueron tratados con zonisamida. Los pacientes redujeron su IMC en un promedio de 1,75 kg/m2 después de 16 semanas de tratamiento con una dosis final media de 166,7 mg de zonisamida al día. McElroy et al9 realizaron un estudio aleatorizado, controlado con placebo de zonisamida para prevenir el aumento de peso en adultos tratados con olanzapina. En este estudio, 42 pacientes adultos diagnosticados con esquizofrenia o trastorno bipolar tenían un IMC inicial de 22 kg/m2. Cada uno fue aleatorizado para tomar olanzapina (5 a 25 mg al día, ajustada para la respuesta óptima) con zonisamida (100 mg) o con placebo. El primer grupo ganó una media de 0,9 kg, mientras que el segundo grupo ganó una media de 5 kg. Cabe señalar que el grupo de zonisamida también notificó un mayor deterioro cognitivo. Este es un efecto secundario similar que puede limitar el uso de topiramato, otro medicamento antiepiléptico que tiene la pérdida de peso como un beneficio potencial. En nuestro caso, el paciente toleró dosis crecientes de zonisamida a pesar de experimentar embotamiento cognitivo con dosis más altas de topiramato. Los pacientes individuales pueden responder preferentemente a un medicamento u otro. Todavía no se ha realizado una comparación directa entre zonisamida y topiramato.

Más recientemente, Gadde et al10 realizaron un ensayo aleatorizado, doble ciego, controlado con placebo de 1 año de duración con 225 pacientes obesos. Los participantes fueron asignados a uno de los tres grupos: placebo, zonisamida 200 mg o zonisamida 400 mg. Cada grupo también recibió asesoramiento sobre dieta y estilo de vida de un dietista. El estudio encontró que el grupo de 400 mg de zonisamida tuvo la mayor pérdida de peso, mientras que los del grupo de 200 mg no diferían estadísticamente del grupo de placebo.10

Todos los estudios mencionados se realizaron en poblaciones adultas. Hasta donde sabemos, no existen estudios aleatorizados de este tipo en la población de niños y adolescentes y solo hay unos pocos informes de casos. Debido a que la zonisamida aún no tiene ninguna indicación de la FDA en la población infantil y adolescente, su uso complementario para el control de peso no está indicado en la etiqueta. Con este fin, su perfil de posibles efectos secundarios merece ser comentado. Los efectos adversos más comunes incluyen pérdida de peso, somnolencia, deterioro cognitivo y mareos. Estos tienden a estar relacionados con la dosis y el ajuste de dosis, y también se observa que son menos comunes en niños (24,3%) que en adultos (40,1%).5 De nota específica en niños es la oligohidrosis, caracterizada por una producción y secreción deficientes de sudor y elevación de la temperatura corporal. Según los informes, esto es muy raro (se enumeran en aproximadamente 13 casos por cada 10,000 pacientes pediátricos-año).4 Por último, el prospecto de zonisamida advierte de la posibilidad de síntomas psiquiátricos, incluyendo depresión y psicosis.4 Esto es particularmente importante en la población de niños y adolescentes, dada la advertencia de la FDA sobre medicamentos antiepilépticos y el potencial asociado de un aumento del pensamiento suicida en pacientes de 24 años o menos.11

A medida que aumenta la tasa de obesidad, se necesitan enfoques más nuevos y variados para combatir esta epidemia creciente. Los cambios en la dieta y el estilo de vida siguen siendo la piedra angular del tratamiento; sin embargo, en situaciones en las que estas opciones han fracasado, la intervención con medicamentos puede estar justificada.1 Nuestro paciente siguió teniendo niveles elevados de triglicéridos y un IMC en los 30 años superiores. La pérdida de peso significativa no se observó hasta la adición de zonisamida, y en este caso particular, la pérdida de peso se asoció con la normalización de los niveles de triglicéridos. Una posible limitación o confusión en este caso es que los antipsicóticos (más recientemente quetiapina) también se suspendieron debido a preocupaciones sobre el aumento de peso. Se había interrumpido el tratamiento con risperidona 2 meses antes de iniciar el tratamiento con zonisamida, y se interrumpió el tratamiento con quetiapina al mismo tiempo que se iniciaba el tratamiento con zonisamida. Por lo tanto, parte de la pérdida de peso puede haber sido el resultado de la interrupción de estos antipsicóticos, que se asocian con un mayor riesgo de síndrome metabólico.7 La zonisamida puede ser un agente adyuvante razonable para la pérdida de peso, teniendo en cuenta el potencial de efectos adversos. Se necesita más investigación sobre el efecto y la seguridad de este medicamento en la población infantil y adolescente.



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